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ACOMEP 70 AÑOS DE ESFUERZO Y TESÓN
Es que aquí trabajan un porcentaje no menor de mujeres que son un ejemplo en la forma de atender y desarrollar un trabajo que muchas veces parece solo de hombres.
Las hermanas Rebeca y Luisa Espinoza junto a la señora Adriana Bahamondes son un lujo de comerciantes, todas a la fecha superan los 80 años de edad, son mujeres llenas de experiencia, historias y vida en el comercio, hoy accionistas de ACOMEP S.A nos dan a conocer como fueron los orígenes de muchos de los comerciantes que hoy forman parte de ACOMEP y de los grandes cambios que se han vivido desde ese entonces. En cuanto a ser ferretero es cosa de hombres nos dicen… Es solo un prejuicio que cada día es menor, las personas han evolucionado en su forma de pensar y actuar, esto según puedo ver gracias a la educación, lo que se logra reflejar en nuestros clientes, ya que ni el maestro gasfíter actúa como antes…. Ríe…. Ahora los maestros son más respetuosos, preguntan cosas técnicas de los productos y tienen un mejor trato, ni hablar de los actuales contratistas, empresas y profesionales del área de la construcción pero, esto no siempre ha sido así.
Recuerdo cuando por alla por los años 30 junto a mi padre vendíamos herramientas usadas en un carretón de mano, en lo que ahora se llama el puente de los carros cerca del rio Mapocho, otros vendían artículos de segunda calidad, que para muchos era mal visto pero, que para nosotros era nuestro sustento, nuestro trabajo diario. Cuando ya estaba cerca de los 20 años nos señala la señora Luisa, comencé sola a trabajar en los terrenos de calle Balmaceda. Terrenos que fueron entregados en comodato precario por quienes eran las autoridades de la ilustre municipalidad de Santiago, esto por la gran cantidad de personas que se reunía a ofrecer productos y que hacia insuficiente el espacio en donde hasta ese entonces nos ubicábamos, Ahí en un puesto sin luz, ni otra calefacción que un brasero me instale por los años 50 en lo que seria el primer persa de herramientas. Con el pasar del tiempo fueron llegando cada vez más comerciantes, se vendían distintas especies, desde herramientas clásicas marcas europeas y norteamericanas, pasando por clavos de segunda mano que eran enderezados por nosotros mismos, antigüedades hasta los llamados cachureos.
EL Mercado persa estaba ubicado en la calle Mapocho con Amunategui y nos extendíamos por Balmaceda hasta San Martin, ahí comenzó una nueva etapa ya con locales mas definidos en su estructura, si bien aun muy humildes en construcción, fue un gran avance frente a lo que hasta entonces teníamos. El Mercado Persa se encontraba en una zona comercial de Santiago a pasos del terminar de buses norte a espaldas de la cárcel de Santiago a cuadras de la Vega, el mercado central la pérgola de las flores la estación Mapocho, en definitiva en un núcleo importante de tráfico de personas, la afluencia de público sin dudas nos hizo crecer y también organizarnos de mejor forma, se formo así el Sindicato Mercado Persa, mediante el cual se obtenían diversos mejoras.